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martes, 14 de julio de 2009

Quiero servir en mi Iglesia(Material)

Quiero servir en mi iglesia

Antes de comenzar con algunas ideas prácticas, ¡dejame felicitarte! ¡Qué bien que tenés el deseo de ser útil en la obra del Reino! Eso me parece una de las decisiones más emocionantes que hay en la vida, porque estoy convencido que un interés así­ no puede venir sino de Dios. ¡Cuánto nos necesitamos unos a otros en el trabajo del ministerio! Dios nos ha equipado a todos, individualmente con un gran potencial de hacer tremendas cosas para Su gloria. Lo que necesitamos es embarcarnos en una aventura de descubrimiento. En otras palabras, creo que para poder servir efectivamente, necesitamos descubrir tres tesoros.

1. Descubrí­ tus gustos.

Me gustarí­a comparar por un momento el involucramiento en el ministerio con la práctica del deporte. Sabemos que Dios quiere y puede usarnos a todos en su obra (I Corintios 12:12, 27), y la pregunta inmediata es en qué puedo yo servir. Pues, esto me parece similar a decir algo como “Dios quiere que todos practiquemos deporte” con la interrogante de saber qué deporte voy yo a practicar. ¡Pues la primera respuesta viene con preguntarte qué deporte te gusta! Claro, todos tenemos por naturaleza ciertas preferencias, ciertos gustos; hay cosas que nos llaman la atención y otras que no. Incluso podrí­amos decir que tenemos pasión por algunas cosas mientras que otras no nos atraen o entusiasman. ¡Y eso está bien! Aquí­ entonces está un buen punto de partida: de lo que conoces del trabajo en el ministerio (dentro o fuera de tu iglesia), ¿qué cosas te llaman la atención? ¿De cuál de todas estas opciones conocés más, o hablás más?

2. Descubrí­ tus habilidades.

Todos nacemos por naturaleza con capacidades en las que sobresalimos o con las que nos sentimos cómodos. Hay cosas que podemos hacer muy bien, con mucha facilidad. Además, cuando nacemos de nuevo, el Espí­ritu de Dios nos equipa sobrenaturalmente con dones o habilidades espirituales (aptitudes que no podrí­amos tener de otra manera) para que trabajemos en la obra de Dios. ¡Todos tenemos al menos un don espiritual! (I Corintios 12:11). El problema es que algunos ignoramos cuál es o cómo se utiliza (I Corintios 12:1). Un excelente proyecto que podés emprender es averiguar cuáles son tus dones espirituales, y cómo se usan. Para ello te recomiendo que dediques tiempo a:

a. Leer y estudiar el tema de los dones espirituales. Algunos pasajes clave al respecto son Romanos 12:3-8; I Corintios 12:1-31; Efesios 4:11-13; I Pedro 4:10,11. Acompañate de comentarios bí­blicos, de diccionarios o de libros que aborden el tema de los dones espirituales. Quizás una entrevista con tus lí­deres para estudiar el tema serí­a también muy útil.

b. Preguntar a otros. Pedir instrucción a otros lí­deres o personas maduras sobre el tema es enriquecedor. Pero, además, debés preguntarle a personas que te conozcan muy bien en qué creen ellos o ven ellos que has sido equipado por Dios; cuáles creen ellos que podrí­an ser tus dones o en qué áreas de ministerio piensan ellos que podrí­as desenvolverte exitosamente. Es posible que estas personas vean cualidades que aún no has descubierto. Escuchalos como a consejeros sabios (Proverbios 11:14).

c. Participar e involucrarte en muchas maneras. Una de las mejores experiencias de conocer el trabajo del ministerio y de explorar tu capacidad, es siendo parte. Como expectador jamás averiguarás si podés hacerlo; como jugador tendrás una mejor idea. Intentá al menos un par de veces involucrarte en distintas actividades o proyectos que tu iglesia desarrolle. Hablá con las personas encargadas de estos ministerios para contar con su apoyo, y creo que con todo gusto te dejarán participar. Comenzá con algo pequeño, a tu alcance; una situación controlada.

3. Descubrí­ tus oportunidades.

Cada don y habilidad fue diseñado por Dios para cubrir o satisfacer una necesidad. Así­ que debés explorar, con el apoyo de tu liderazgo, qué hace falta en la obra del ministerio de tu iglesia. ¿Qué necesidad puede satisfacer tu trabajo? Quizás se trate de comenzar un ministerio o de arrancar un nuevo proyecto; tal vez sea apoyar algo que ya está en marcha. En ambos casos, si has llegado hasta este punto de investigación, ¡es el tiempo de actuar! Pedile a tus lí­deres que te tomen en cuenta, que te asignen trabajos a desarrollar, que te pongan a hacer algo. ¿En qué te necesitan? Recordá que es tiempo de trabajar; eso implica esfuerzo (mucho empeño), pero al mismo tiempo es muy agradable delante de Dios (y tiene sus recompensas).

En I Pedro 4:10,11 encontramos cuál debe ser la actitud correcta de todos aquellos que estamos involucrados en la obra del Reino. Nunca olvidés que lo hacés para gloria de Dios y para bendición de la iglesia. Cualquier otra actitud (como querer sobresalir, buscar el poder, recibir reconocimiento, o simplemente sentirte bien) está fuera de la voluntad de Dios.

Finalmente, te recomiendo la lectura de “Cómo alcanzar tu máximo potencial” por Bernardo Stamateas (publicado por Certeza). Además, si tienes otras preguntas, no dejes de visitar nuestro sitio, www.elbunker.net. “Solamente los que se hacen preguntas hallarán respuestas”.

Por Ing. Howard Andruejol
Fuente:www.elbunker.net

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